Siempre hay esperanza, sobre todo si se detecta a tiempo y se usan los recursos necesarios tanto económicos como médicos para concentrar esfuerzos en salvar la vida de un niño, niña o adolescente.
Las pérdidas de vidas por cáncer infantil en países como México se producen a consecuencia de la falta de diagnóstico, los diagnósticos incorrectos o tardíos, las dificultades para acceder a la atención sanitaria y el abandono del tratamiento. Así como también, obedece a la falta de una atención integral en el tratamiento y a tecnología insuficiente, como: medicina, cirugías, quimioterapias, radioterapias, inmunoterapias y trasplantes de células madre.
Debido a esto, la mínima ayuda, aporte o donación a esta noble causa, significa la única esperanza de muchas familias que no pueden costear todo lo necesario para la recuperación de sus hijos.
Brindar apoyo a estas familias, ofreciéndoles una calidad de vida digna y acompañamiento integral, no solo garantiza una mejor adhesión al tratamiento, sino que también, vela y apuesta por el completo desarrollo de estos pequeños humanos, que, ante una realidad tan dura, necesitan el doble de atención y cuidados.
La grandeza de las niñas y niños que padecen la enfermedad es incalculable, pues requiere de muchísimo valor, sacrificio, valentía y muchas dosis de coraje. El acompañamiento y el apoyo diario, es vital para mantener viva la esperanza de quienes alegran y alumbran como soles radiantes al mundo entero.
